A cinco años del encierro: ¿qué aprendimos y qué sigue pendiente sobre La Pandemia del Covid- 19?

Hace exactamente cinco años, las calles quedaron vacías, los aplausos resonaban desde los balcones y el alcohol en gel se convirtió en un bien más preciado que el oro.
El 20 de marzo de 2020, Argentina entró en un aislamiento obligatorio que marcó un antes y un después. Fueron días de incertidumbre, de mascarillas improvisadas y de contar los pasos del living a la cocina como si fuera un logro. Hoy, a medio década de ese momento que nos unió y nos separó a la vez, el sistema de salud sigue tambaleándose entre las lecciones de la pandemia y los desafíos que nunca se resolvieron.
Recordemos: los hospitales al borde del colapso, las camas de terapia intensiva contadas con los dedos, y el personal sanitario agotado, pero firme, como un ejército sin descanso. “Fue como correr una maratón sin saber dónde estaba la meta”, recuerda Marta Gómez, enfermera del Hospital Fernández, quien aún lleva en la mirada el peso de esos días. La pandemia expuso las costuras de un sistema fragmentado, con hospitales públicos desbordados y una brecha abismal entre quienes podían pagar una prepaga y quienes dependían de la voluntad estatal.
Cinco años después, la pregunta resuena en cada consulta abarrotada y en cada sala de espera: ¿estamos mejor preparados? Los expertos coinciden en que se avanzó poco. La inversión en infraestructura sanitaria no creció al ritmo de las promesas, los salarios del personal de salud siguen rezagados y la atención primaria –esa primera línea que podría prevenir colapsos– sigue siendo la Cenicienta del presupuesto. “Aplaudimos a los médicos, pero no les dimos herramientas”, sentencia el doctor Luis Cámera, infectólogo que asesoró al gobierno en 2020.
Pero no todo es diagnóstico sombrío. La pandemia nos dejó un legado de resiliencia y un empujón hacia la telemedicina, que hoy permite a miles consultar sin moverse de casa. Sin embargo, la brecha digital recuerda que no todos tienen una pantalla o señal para acceder. Y mientras las vacunas fueron un triunfo colectivo, las campañas de prevención parecen haber perdido fuerza, como si el miedo al virus se hubiera diluido en la rutina.
Hoy, cuando el recuerdo del encierro se mezcla con el trajín diario, cabe preguntarnos: ¿qué hacemos con esa memoria? El sistema de salud no solo necesita más camas o respiradores, sino una mirada que lo piense como un derecho, no como un lujo. Cinco años atrás, nos miramos en el espejo de la fragilidad. Ahora, toca decidir si seguimos aplaudiendo desde el balcón o si, de una vez, construimos algo que nos salve a todos. La próxima emergencia no va a esperar a que estemos listos. ¿Y nosotros? ¿Vamos a esperar a que llegue para reaccionar?