
El plan de estabilización que el presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, defienden como clave para frenar la corrida cambiaria está generando un fuerte impacto en la economía real. Con el objetivo de contener el dólar, el Gobierno impulsó un alza inédita de las tasas de interés, que en apenas un mes duplicó el costo de endeudamiento para empresas y familias.
Según datos del Banco Central, la tasa promedio de adelantos en cuenta corriente alcanzó el 72,11% anual al 12 de agosto, frente al 34,43% de un mes atrás. Las tasas de plazos fijos subieron del 30,59% al 44,94%, y la Badlar —referencia para depósitos a plazo de más de un millón de pesos— trepó del 30,36% al 45,94% en el mismo período.
El encarecimiento del crédito se da tras una licitación de deuda en la que el Tesoro sólo renovó el 61% de los vencimientos, dejando cerca de $6 billones libres en el mercado. Para tentar a los inversores, convalidó tasas cercanas al 70% en instrumentos como Lecap y Boncap, aunque no logró colocar bonos clave atados al dólar o a la inflación.
Las altas tasas no solo golpean a las pymes, que dependen del financiamiento de corto plazo, sino también a los consumidores, que afrontan mayores costos en tarjetas de crédito y préstamos personales. Economistas advierten que un esquema tan restrictivo puede derivar en una acumulación de pasivos difícil de sostener y en un freno mayor de la actividad productiva.
Incluso en el sector financiero, que teóricamente se beneficia de tasas elevadas, hay malestar: el Banco Central incrementó los encajes para restringir liquidez, lo que provocó caídas en las acciones bancarias en la Bolsa de Nueva York.
El desafío, advierten los especialistas, es encontrar un equilibrio entre la necesidad de financiamiento del Estado y la preservación de la economía real. Mientras tanto, las tasas reales se mantienen en máximos de los últimos años, con riesgo de repetir experiencias como la vivida durante la gestión de Federico Sturzenegger en el Banco Central, cuando los altos rendimientos no evitaron la fuga de capitales.