Judiciales

Collado no pidió perdón: la familia de Aldana y Natasha logró la condena tras siete años de espera

Después de más de siete años de dolor, trámites y audiencias postergadas, la familia Aguilera escuchó por fin la sentencia que esperaban: Juan Carlos Collado fue condenado a tres años y ocho meses de prisión efectiva por el doble homicidio culposo de Aldana, una joven de 23 años, y su hija Natasha, de tres, fallecidas cuando él cruzó un semáforo en rojo y las arrolló con su camioneta en 2018. Pero hubo un gesto que marcó la jornada: Collado nunca pidió perdón.


“Dos veces le preguntó la jueza si quería decir algo. Y no pidió perdón”

Para la familia, ese silencio fue un golpe adicional.
Edith, madre y abuela de las víctimas, lo resumió con crudeza:

“Dos veces le preguntó la jueza si quería decir algo. No pidió perdón. Solo dijo que lo iban a operar”.

La mujer relató que el hombre de 72 años tuvo dos oportunidades para dirigirse a ellos: el lunes y el martes, antes de la lectura del fallo. El primer día optó por callar. El segundo, usó el espacio únicamente para pedirle a la jueza Cintia Martín que considerara su cirugía de vista programada.


Un alivio parcial después de siete años

La familia, presente en la sala de juicios 2 de Villa Mercedes, estalló en llanto al escuchar el veredicto.
Edith, entre lágrimas, expresó:

“Es poco tiempo, sí, pero pasó lo que queríamos: que vaya preso. Mi hija no va a volver, pero él ahora va a cumplir una condena”.

Para ella y sus familiares, la sentencia representa un respiro, aunque “sea por un tiempito”.
Dijo también que ahora Aldana y Natasha “podrán descansar en paz”.


El intento fallido de Collado de evitar el juicio

Hace dos semanas, Collado intentó frenar el proceso.
A través de su abogado, ofreció a los Aguilera 15 millones de pesos como “reparación económica” para evitar el debate oral, una opción contemplada en el nuevo sistema penal.

Edith rechazó la oferta sin titubeos:

“Ni 15 millones, ni 50. Yo desde el primer día dije que iba a luchar hasta el final. Solo quería que fuera preso”.


Qué ocurrió el día del siniestro

El fiscal Ernesto Lutens repasó durante los alegatos las pruebas acumuladas durante años.
El choque ocurrió el 16 de octubre de 2018, entre las 9:30 y las 10, en 25 de Mayo y Ayacucho.

Según testigos y una cámara de seguridad, Collado cruzó en rojo mientras manejaba una Ford EcoSport de norte a sur.
Aldana circulaba con su hija en moto por Ayacucho, con semáforo en verde.

El impacto fue devastador. La autopsia determinó que ninguna medida de seguridad podría haber salvado la vida de la joven: las ruedas de la camioneta le provocaron lesiones mortales en el tórax.

Pese a la contundencia de las pruebas, la defensa insistió en la posibilidad de una “duda razonable”. También intentó atribuir responsabilidad a la víctima, argumentando que conducía sin casco y con una menor.
El tribunal descartó esos planteos.


Una espera interminable y una condena que recién ahora se cumple

Tras el siniestro, Collado estuvo detenido menos de tres semanas. Pagó una fianza de 100 mil pesos y recuperó la libertad mientras la causa avanzaba con apelaciones que ralentizaron el proceso durante años.

Incluso, según la familia, lo vieron manejando en reiteradas ocasiones en plena ciudad, pese a estar involucrado en un caso fatal.

Ahora la jueza Martín dispuso:

  • 3 años y 8 meses de prisión efectiva
  • 8 años de inhabilitación para conducir


Tensión en la sala tras el fallo

Luego de la sentencia, Edith se dirigió a Collado desde la distancia:

“Ahora sí va a descansar en paz la chica”.

Ese comentario encendió la reacción de la hija del condenado, que gritó insultos y acusaciones hacia la familia Aguilera.
La situación se desbordó por segundos, hasta que fue contenida por los presentes.


“Mi hija hizo justicia por ella misma”

Al salir del tribunal, Edith volvió a abrazar los carteles con las fotos de Aldana y Natasha:

“Mi hija estuvo siempre con nosotros. Ella hizo justicia por ella misma. Él ahora va preso, ya está preso”.

La familia tuvo, al fin, un veredicto que esperó durante siete años.
Lo único que faltó —y que nunca llegó— fue un pedido de perdón.

Javier Furlotti

Administrador VM Multimedia

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