Desmitificar costumbres y cambiar los paradigmas de la menstruación
En situaciones de emergencia, la higiene de la mujer no es tomada en cuenta al momento de entregar recursos por ejemplo, no reparten toallas sanitarias ni ningún elemento relacionado con la menstruación.
¿Por que seguimos sintiendo que este tema es incomodo?¿Hasta cuando va ser asi?
Hablamos en vivo con la Dir. Prog. Gestion Mentrual Sostenible:
La menstruación como factor de desigualdad de género
Otros de los factores explicados se engloban en torno a la ausencia de acceso gratuito y los altos costos de adquisición, el valor agregado a pesar de ser una necesidad fisiológica, el impedimento de acceso a la educación cuando las jóvenes no asisten al colegio durante los días de la regla y la transmisión de información incompleta o errónea por tratarse de un tema “tabú”, entre otros. Veamos algunos ejemplos de cómo las mujeres prefieren que no se sepa que tienen la menstruación “lo ocultamos en el lenguaje al llamarla por diferentes nombres (en su mayoría masculinos) pero hay que nombrarla, no disimularla, es un proceso biológico natural” y en algunos países se esconde a las mujeres durante el tiempo que estén menstruando o no se les permite acercarse a los miembros masculinos de la familia por diversas creencias en torno a lo que representa.
Algunos de estos ejemplos son:
- Afganistán existen mitos acerca de la infertilidad producida por la menstruación por lo que no permiten a las mujeres asearse
- En Irán por su parte consideran que es una amenaza a la virginidad.
- Para las mujeres en Japón, está prohibido hacer sushi porque consideran que si la mujer está menstruando el pescado se pudre.
- Las creencias en Bolivia dicen que produce cáncer, por lo que las toallas usadas deben desecharse a escondidas y las mujeres ocultar que tienen la menstruación.
Copa menstrual: Un recurso ecológico y seguro para las mujeres
La copa está hecha de un producto quirúrgico antialérgico, por lo que es más segura para la higiene femenina, sin embargo hizo la salvedad de que existen personas que pueden ser alérgicas a este material.
“Tienen tamaños distintos para adaptarse al espacio de cada mujer, ya que algunas han parido más de una vez, o son mujeres muy activas sexualmente, pero no han dado a luz”. Es importante destacar que la edad es un factor a tomar en cuenta de igual forma.
Una copa tiene una duración de aproximada de 8 años, no obstante, de la misma forma que las horas de colocación, dependerá del flujo y la regularidad de uso de cada persona. “Por lo general su uso es de 8 a 12 horas corrido”, explicó Jany.
“Es importante que no la coloquen sentadas en la poceta, ya que si se cae la perdemos, la recomendación es agacharse, de preferencia en la ducha y colocarla”.
Para retirarla no se debe halar por la punta, para no correr riesgos de romperla, se debe sacar desde arriba.
La invitación final giró en torno a probarla y “amigarse” con este método para el cuidado e higiene durante la menstruación. “Todas las cosas nuevas nos parecen extrañas y la primera vez siempre genera inseguridad, pero una vez que calza no debe incomodar” Afirmó Godoy como cierre de la actividad.
La copa menstrual viene a significar una ayuda para las niñas, jóvenes y mujeres al mismo tiempo que se contribuye con el medio ambiente. Las copas menstruales son hechas de silicona, tiene la tarea de recoger la menstruación, son reutilizables y duran hasta 10 años.
The Keeper (derecha), fabricada en látex, presente en el mercado desde 1987. A la izquierda modelo Diva Cup, de silicona transparente. Las bolsas de tela son para guardarlas entre usos.
En la década de 1970 cayó la venta de tampones en Estados Unidos debido al registro de casos de síndrome de shock tóxico asociados a su uso. Esto propició la conformación de un sector de consumidores que buscaban soluciones alternativas, entre ellas la copa menstrual. Otros factores que entraron en juego fueron la difusión de ideas sobre ecología y espiritualidad asociadas a la menstruación. En 1987 Lou Crawford comenzó a fabricar la copa de látex The Keeper, en Cincinnati, Estados Unidos; el modelo sigue en venta hasta la actualidad. La presentación original incluía dos talles, el primero para mujeres nulíparas y el segundo, más grande, para las que hayan experimentado partos vaginales. La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) requirió que se establezca una advertencia sobre posible alergia al látex. En 1989 la empresa australiana Chattan Australia Pty Ltd desarrolló Gynaeseal, un recolector menstrual descartable de látex con aplicador y contenedor de plástico; llamado «tampón diafragma» su diseño era similar a un disco menstrual y estaba orientado a las personas que practicaban planificación familiar natural permitiendo la penetración durante la menstruación. El primer disco menstrual descartable con presencia en el mercado es Softcup, fabricado por Ultrafem Inc. en termoplástico no absorbente y lanzado por primera vez en 1996 en Estados Unidos.