El incremento representa un alza del 1.409% que no está relacionado a la actualización de tarifas que dispuso aplicar el Gobierno por el consumo. Impacta de lleno en todos los clientes, usen o no los artefactos. Se suma a los muchos otros aumentos que golpean a los bolsillos
Si algún usuario toma una factura de gas recibida a fin de 2023 para pagar antes de la Navidad podrá ver que el cargo fijo, que la empresa distribuidora cobra más allá de lo que cada uno consuma, representaba unos 920 pesos. Pero si ese mismo cliente residencial observa la última factura que tiene que cancelar en los próximos días podrá ver que el mismo ítem tiene ahora un valor de $13.994. Es decir, el valor ingresó en lógica hiperinflacionaria: aumentó 1.409% en apenas 7 meses. Vale remarcar que es el dinero que ingresa directamente a las distribuidoras, más allá del consumo que cada uno pueda tener.
En esa misma comparación de boletas, el primer bloque de metros cúbicos tenía a fin de año un valor de $25,6 y los excedentes, $46,6. Ahora, en la factura por vencer alcanzan un precio de $124,9 y $151,2 respectivamente. Eso implica un alza del 388%, ahí sí en lo que es el consumo en sí del gas. Pero hay un detalle no menor luego, en el tercer segmento de la factura que son los impuestos y tasas que, como porcentajes de lo primero, van enganchadas en el incremento y se mueven en espejo. Ahí hay cargos nacionales, provinciales y municipales que hacen su aporte para el valor final de la factura.
Por fuera del segmento de los servicios esenciales de luz y gas, se podrían sumar los teléfonos móviles y la conexión a internet, hoy tan básicos como los anteriores y con subas que también excedieron la inflación.
Pero el núcleo del consumo está dado por los alimentos, donde el fogonazo inicial que tuvo la inflación tras la devaluación del dólar oficial dejó sin posibilidad de acompañamiento a los bolsillos. Recién llegando a mitad de año, algunos empezaron a recuperar muy tímidamente el gran terreno perdido. Pero fueron unos pocos.
Tomando los datos del Indec sobre productos básicos, la harina pasó de $323 a $828 (156%); el arroz aumentó de $1.020 a $2.336 (129%); en los quesos, el cremoso pasó de $3 mil a $9 mil (200%) y el pategrás de $5.400 a $15.700 (190%). La manteca pasó de $1.064 a $2.973 (179%); y el café molido de $2.200 a $6.555 (198%).
El alimento que más aumentó en el último mes según el relevamiento del Indec fue la batata, con un alza del 10% con respecto a mayo. Fue la única suba de dos dígitos.
Con respecto a lo que está ocurriendo en julio, en tanto, hay dos factores que asoman como relevantes para impactar en los precios: el extremo frío que golpea a determinadas producciones, y el alza del dólar, que más allá de tener un efecto más limitado en esta ocasión por el deterioro del poder adquisitivo, habrá una incidencia que empieza a percibirse.
En ese sentido, la consultora Econviews estimó alzas de 1,6% y 3,7% en las dos primeras semanas del mes. Con un agravante: el segundo dato representa el mayor incremento semanal desde la última semana de febrero, según apuntó la consultora. En la tercera semana, en tanto, el ajuste promedio fue del 1,5%.
Por eso se observa una aceleración inflacionaria en todas las categorías (alimentos, limpieza y perfumería).
Vale recordar que durante el período de diciembre a junio inclusive, el proceso inflacionario alcanzó el 125,5%, con un fuerte salto entre diciembre (25,5%) y enero (20,6%).
Una familia tipo, de cuatro integrantes, que en noviembre tenían una cuota aproximada de 75 mil pesos mensuales por su prepaga, pasaron a pagar para julio por encima de los 200 mil. El incremento se concentró especialmente en los primeros meses, luego de asumir el nuevo Gobierno. La abrupta escalada llevó a que la gestión de Javier Milei resolviera atender el reclamo generalizado de los afiliados a las distintas empresas de medicina y las obligara a devolver los recursos que habían cobrado por aplicar incrementos por encima del índice de inflación que difundió el Indec. Algunas de las empresas recién ahora comenzaron a devolver ese dinero sin actualizar por inflación. Pero en las últimas semanas, antes de ejecutar esa disposición surgida del Ministerio de Economía, algunas prepagas les escribieron una carta a sus asociados para pedirles que, dada la situación económica y las dificultades reinantes, puedan considerar la posibilidad de donar ese dinero a la empresa prepaga: “Proponemos que cada asociado, de acuerdo a su real entender y saber, analice la posibilidad de aportar solidariamente el monto que mensualmente debemos reintegrar, en función de la realidad económica”.