Argentina

El imperio del dólar barato: Milei, entre la táctica del miedo y la batalla por la hegemonía

Por Edgardo Javier Furlotti

El gobierno de Javier Milei atraviesa una nueva fase marcada por la flexibilización del cepo cambiario y una ofensiva discursiva que busca consolidar su poder en la antesala de las elecciones. Mientras el Presidente celebra la salida del cepo como una gesta libertadora, detrás de la euforia se esconde una estrategia minuciosa: garantizar un dólar bajo a toda costa para frenar la inflación y blindarse de cara a las urnas.

Del desierto a la tierra prometida

“Salimos de Egipto”, proclamó Milei con tono mesiánico al anunciar el fin de las restricciones cambiarias. Con una narrativa cargada de épica, el Presidente se reposiciona tras un bimestre incómodo, apelando a la emocionalidad de su base. La imagen de celebración junto a Caputo, Quirno y funcionarios en el Ministerio de Economía busca reforzar la idea de que lo peor ya pasó.

Sin embargo, la economía real da señales mixtas. El repunte inflacionario en marzo encendió alertas, y el gobierno reaccionó desplegando una fuerte presión sobre empresas, supermercados y prepagas. La meta: evitar una remarcación generalizada que pueda dinamitar la expectativa de desaceleración.

Dólar controlado, FMI de respaldo

Milei y su ministro Caputo sostienen que la apertura cambiaria no implica un salto del tipo de cambio, sino una consolidación del dólar barato. “Jugá contra la moneda y te rompo todo”, advirtió el Presidente, blandiendo como amenaza el préstamo del FMI que permite intervenir el mercado si la cotización se dispara.

El objetivo oficial es claro: mantener el dólar cerca de los 1000 pesos para contener precios y facilitar una percepción de estabilidad. Pero eso implica una pulseada directa con el campo, reticente a liquidar a ese valor, y un uso estratégico del ingreso de capitales especulativos, que llegan seducidos por tasas altas pero restringidos por seis meses para repatriar divisas. Justo hasta octubre.

Disciplina discursiva y enemigos múltiples

En esta etapa, Milei se vale del discurso como herramienta de poder. Ataca a periodistas, economistas y políticos opositores con una agresividad inédita, buscando disciplinar y marcar la cancha. En una sola semana, calificó a comunicadores como “sicarios con micrófonos” y a economistas como “pifiadores crónicos”.

La narrativa libertaria ya no admite matices: todo cuestionamiento es una conspiración contra las Fuerzas del Cielo. La contradicción entre sus promesas pasadas —como evitar tomar deuda o salir del cepo solo con inflación bajo control— y sus decisiones actuales es borrada con un nuevo relato en tiempo real.

Política electoral y tensión con Macri

La estrategia de Milei apunta a consolidar su hegemonía dentro del electorado de derecha. Por eso, comenzó a confrontar abiertamente con Mauricio Macri, a quien ahora acusa de operar para preservar “negocios” en la Ciudad. En paralelo, empuja la candidatura de su vocero Manuel Adorni para disputar el poder porteño, en lo que percibe como el verdadero premio del año electoral.

La relación con el expresidente se enrarece a medida que Milei intenta arrebatarle banderas históricas como la transparencia, impulsando leyes como la “ficha limpia”, aunque relativizando su alcance en el caso de Cristina Kirchner, con quien mantiene un equilibrio de señales ambiguas.

Un proyecto de hegemonía

Un informe reciente de la consultora Methodo revela que el apoyo a Milei no se basa en resultados concretos, sino en símbolos: la lucha contra “la casta”, la motosierra, y una promesa de orden moral. La narrativa rebelde sigue siendo su principal capital político, incluso cuando el gobierno encarna hoy ese mismo poder que antes combatía.

La “tercera fase” de su plan, según el Presidente, es un puente hacia la estabilización definitiva, que solo sería posible tras una nueva victoria electoral. Sin embargo, al igual que sus antecesores, Milei corre el riesgo de hipotecar el largo plazo para asegurarse el corto. En 2026 deberá enfrentar reformas estructurales comprometidas con el FMI —jubilaciones, impuestos, privatizaciones— con una base legislativa todavía insuficiente.

Conclusión

Javier Milei avanza decidido en la construcción de una narrativa de victoria, reforzada por símbolos, enemigos identificables y un dólar bajo como ancla emocional. Su desafío no es solo económico, sino político: sostener la ilusión de un cambio estructural mientras gestiona un país con desequilibrios profundos y múltiples frentes de conflicto. Las elecciones de octubre serán una prueba clave para saber si el relato libertario se transforma en hegemonía o si, como en un capítulo de Black Mirror, la realidad termina por superar a la ficción.

Javier Furlotti

Administrador VM Multimedia

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba