
Este martes vencieron las facultades delegadas que el Congreso le había otorgado al Ejecutivo mediante la Ley Bases. Con ese instrumento, el Gobierno de Javier Milei podía avanzar por decreto en reformas económicas, financieras y administrativas de gran alcance, sin necesidad de pasar por el Parlamento.
En un año, el Ejecutivo impulsó más de 100 medidas que incluyeron disoluciones, fusiones y cierres de organismos públicos. Pero ahora comienza una nueva etapa: sin esas facultades, el oficialismo deberá negociar cada iniciativa con un Congreso donde atraviesa su momento más débil.
“No vamos a buscar prórrogas como hacía el kirchnerismo. Tuvimos un año, teníamos un plan, había que hacer algo y lo hicimos”, dijo el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, al anunciar el fin de esta etapa.
La agenda legislativa se tensiona. Este jueves, el Senado podría debatir cinco proyectos clave, entre ellos la redistribución de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y el impuesto a los combustibles líquidos, impulsados por los 24 gobernadores. También podrían tratarse los aumentos jubilatorios, la emergencia en discapacidad y una nueva moratoria previsional, todos con media sanción de Diputados. El oficialismo anticipó que vetará las leyes, aunque el riesgo de que se insista en la Cámara Baja preocupa a la Casa Rosada.
Mientras Milei prepara su regreso a Tucumán por un nuevo aniversario del Pacto de Mayo —con escasa presencia de mandatarios provinciales—, en el Congreso la oposición empieza a marcar el ritmo político y amenaza con avanzar con reformas sin el aval libertario.
A nivel interno, el Gobierno busca evitar fisuras. En una reunión clave en Casa Rosada, Karina Milei, Guillermo Francos, Martín Menem y otros dirigentes buscaron alinear la estrategia electoral y contener las tensiones entre sectores. La ausencia de Santiago Caputo, uno de los cerebros de la campaña, encendió algunas alarmas.
En este nuevo escenario, sin facultades extraordinarias ni mayorías parlamentarias, el oficialismo apuesta a sostener el relato y a preservar los logros que exhibe Milei como emblema de su gestión: la desaceleración de la inflación y la consolidación fiscal. Pero los desafíos que vienen —desde las presiones provinciales hasta el frente económico— exigen más que ajuste y discurso.