Juicio por los asesinatos de Sofía y Bautista: la tercera audiencia reveló mensajes de amor, una familia fracturada y deudas con usureros

Tras las dos primera jornada de bate oral comienzan a conocerse detalles de lo que podría haber llevado a la mujer policía a terminar con la vida de sus dos hijos, la relación entre la familia y las ex parejas y los agobiantes problemas económicos producto de la mala administración, algunos de los detonantes.
Un día clave en el debate oral
Durante más de cinco horas, este miércoles se desarrolló la tercera audiencia del juicio que tiene como imputada a Marina Silva, exagente policial acusada de asesinar a sus hijos Sofía y Bautista.
El testimonio de la licenciada Carina Bernal, perito del Departamento de Delitos Complejos del Poder Judicial, fue uno de los momentos más impactantes de la jornada. Ella analizó tres notas manuscritas halladas en la vivienda y cientos de mensajes de texto y WhatsApp que la acusada intercambió en los días previos al crimen.
Las notas escritas por Marina Silva
Bernal explicó que las tres notas encontradas en la casa —dos pegadas en las puertas (“Llamá a la Policía, no entres” y “No entres, Melina”) y una tercera en un cuaderno sobre la mesa— fueron escritas por Silva.
Detalló que la acusada redactó las primeras de pie, y la del cuaderno sentada, con escritura ágil y sin temblores, lo que podría indicar que estaba calmada al hacerlo. No obstante, no pudo determinar si las notas fueron escritas antes o después de los homicidios.
Sobre la nota principal, la perito explicó que Silva la redactó en tres etapas, comenzando por el centro de la hoja, luego abajo y finalmente arriba, en el espacio libre que quedaba.
Mensajes de amor y desesperación económica
La perito también examinó las conversaciones que Silva mantuvo con Jonathan Funes, padre de Bautista, hasta la noche anterior a los hechos.
Los mensajes estaban cargados de afecto: se decían “mi amor” y “te amo”. En uno de los intercambios, Silva le preguntó si había conseguido dinero y él le respondió que no. Ella mencionó que iría al banco al día siguiente y él le pidió una foto, que ella accedió a enviarle.
Sin embargo, también había conflictos económicos. Silva le pedía ayuda para cuidar al niño o dinero para gastos básicos, y él le respondía que no podía. “Sabés que me enojo porque tengo que pedirles a los demás que lo cuiden”, escribió ella en un mensaje.
En otros tramos, Funes le expresó su deseo de retomar la relación y “formar una familia”, a lo que ella le respondió: “Eso va a tomar tiempo, hasta que vos te pongas las pilas”.
Ella le confesó tener miedo de sus reacciones, de sus gritos y golpes, y afirmó que solo quería “estar en paz”.
Los peritajes revelaron además que Silva solía pedir dinero a familiares, que decía estar cansada, sin dormir y con problemas para llegar a fin de mes. Incluso realizaba horas extras en la Policía para poder sostener el hogar.
Los Silva: “una familia unida” pero con silencios
En la audiencia también declararon el padre de la acusada, Diego Silva, y tres de sus hermanos: Melina, Samanta y Víctor. Todos aseguraron que son una familia unida y que siempre la ayudaron, aunque al hablar de las víctimas se refirieron a ellos como “los nenes”, casi sin nombrarlos por sus nombres.
Melina, que vivía en un departamento trasero del domicilio, relató que la mañana del 1° de octubre de 2024 se despertó por un mensaje de su madre pidiéndole que revisara qué pasaba con Marina, quien había mandado un mensaje pidiendo perdón.
Al acercarse, vio las notas pegadas, sintió olor a gas y entró. En un pasillo encontró una garrafa abierta y un patrullero llegó poco después.
Un agente ingresó a la casa y, tras encender la luz, le ordenó salir: los niños habían sido asesinados de dos disparos cada uno.
Melina rompió en llanto al recordar cuando, días después, ingresó nuevamente a la vivienda y vio las manchas de sangre en la cama, las paredes y el piso. Dijo que Silva había llorado una semana antes del hecho porque no sabía de dónde sacar más dinero. También describió a Funes como “machista y violento”.

“Marina, no hagas gastos innecesarios”
Su otra hermana, Samanta Silva, contó que el día previo al crimen merendaron juntas. La notó “enojada” y muy pendiente del celular.
Marina le había mencionado un problema con un depósito bancario y que al día siguiente iría a resolverlo. Antes de irse, la vio bañar a los niños.
“Era de hacerles regalos a todos y encargarse de los cumpleaños familiares”, recordó Samanta, quien también dijo haberle aconsejado “no hacer gastos innecesarios”.
Sobre los ex de su hermana, describió a Carlos De la Rocha como violento —“la corrió de la casa cuando nació Sofía”— y a Jonathan Funes como controlador y agresivo.
Víctor Silva fue breve: dijo saber que su hermana tenía deudas con prestamistas y que incluso había empeñado el televisor de los niños. Contó que Funes una vez quiso apuñalarlo y que Marina debía pagarle para que cuidara al hijo.
Un padre confidente y el acoso de los usureros
El padre, Diego Silva, declaró con profunda emoción. Dijo que era “confidente” de su hija y que la ayudaba con su tarjeta de crédito para gastos de sus nietos, como los lentes de Sofía.
Contó que ese mismo día prestamistas comenzaron a exigirle dinero que Marina debía. Él saldó esas deudas entregando electrodomésticos.
Reveló que su hija le confesó haber sacado préstamos para ayudar a su madre y también a Funes. “Los padres de mis nietos eran ausentes, solo aparecían para las fotos de cumpleaños”, lamentó.
Usureros al descubierto
Dos testigos, Marcos Olguín y el oficial inspector Lautaro Escudero, admitieron haberle prestado dinero a Silva.
Olguín le entregó 300 mil pesos —a devolver en dos cuotas iguales— y luego otros 200 mil con las mismas condiciones. Tras el crimen, el padre de la acusada le dio electrodomésticos como pago.
Escudero declaró que le había prestado 100 mil pesos, a devolver 140 mil, pero que solo le pagó 50 mil después de seis meses.
“No quiero vivir más”
La psicóloga Verónica Vanderhoeven, quien asistió a Silva el día del hecho, describió su actitud como “seria y tranquila”.
Relató que en el dique Cruz de Piedra, donde fue hallada, la acusada se negó a recibir atención psicológica.
Ya en la comisaría, le dijo frases escalofriantes: “No quiero vivir más… No me salió el disparo, lo intenté varias veces”.
Vanderhoeven afirmó que Silva había intentado quitarse la vida meses antes y que “se mantenía en calma, sin signos de delirio ni alucinación”.
La versión del padre de Bautista
El cierre de la jornada estuvo a cargo de Jonathan Funes, padre de Bautista.
Declaró que su relación con Silva fue “muy buena”, que se conocieron por redes sociales y que se separaron por problemas “como los de cualquier pareja”.
Negó haber sido violento y aseguró que siempre la protegió “incluso de su familia”.
También negó haber pedido préstamos junto a ella y afirmó que Silva los solicitó por su cuenta para comprar un auto.
Entre lágrimas, dijo que Bautista era “el amor de su vida” y que todavía no puede comprender lo ocurrido.
Reconoció que tras los homicidios, Silva lo llamó dos veces desde la cárcel y solo le pidió perdón sin explicar por qué lo hizo.
“Se llevaron a mis dos ángeles, me dejaron sin nada”, dijo Funes, visiblemente afectado.
La defensora oficial Agustina Tobares pidió que su testimonio sea considerado falso, al recordar que la acusada lo había denunciado por violencia de género, lo que, según la defensa, pone en duda la veracidad de su relato.