La suba del precio del pan en Argentina: un desafío económico en 2025

Según información reciente, los panaderos han anunciado un nuevo incremento del 12% a partir del 1 de abril, elevando el precio sugerido del kilo de pan a valores que oscilan entre los $2,200 y $2,400 en zonas céntricas, dependiendo de la región y el tipo de establecimiento.
Esta suba no es aislada, sino que se suma a una tendencia de alzas constantes que han disparado los costos del alimento básico en los últimos años, con incrementos acumulados que superan el 250% en el último año, según datos históricos.
Las razones detrás de esta escalada son múltiples y complejas. El principal factor es el aumento de los insumos clave para la producción del pan. La harina, un componente esencial, ha registrado un alza del 10% en las últimas semanas, con la bolsa de 25 kilos pasando de precios más accesibles a valores cercanos a los $15,000. A esto se suma el encarecimiento de los huevos, que en solo dos semanas subieron de $50,000 a $80,000 por cajón, según declaraciones de referentes del sector. Otros insumos como levadura, grasa y azúcar también han visto incrementos significativos, impulsados por la inflación y la eliminación de subsidios que antes amortiguaban los costos, como el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA), desactivado en 2024.
Los servicios públicos son otro golpe duro para los panaderos. Las tarifas de luz y gas han experimentado subas que, en algunos casos, superan el 70% en áreas urbanas y llegan al 100% en el interior, según reportes de la industria. Esto, combinado con el aumento del combustible y los alquileres de locales comerciales, ha llevado al sector a un punto de inflexión. Martín Pinto, presidente del Centro de Industriales Panaderos de Merlo, expresó que “los costos suben día a día” y que, pese a la desaceleración oficial de la inflación, los panaderos no pueden absorber más pérdidas sin trasladarlas al consumidor. Algunos incluso advierten que, de mantenerse esta tendencia, el kilo de pan podría superar los $4,000 en los próximos meses, lo que pondría en riesgo la viabilidad de muchas panaderías y podría llevar a cierres masivos.
La situación ha generado malestar entre la población, que ve cómo un alimento básico se convierte en un lujo. En redes sociales y en conversaciones cotidianas, muchos cuestionan las cifras oficiales de inflación, señalando que el aumento del pan, la carne, los lácteos y otros productos esenciales no se alinea con las proyecciones gubernamentales. Algunos panaderos y economistas independientes sugieren que la especulación en el mercado de la harina y la falta de regulación efectiva agravan el problema, mientras que otros apuntan a la dependencia de importaciones y la devaluación del peso como factores estructurales.
El gobierno, por su parte, no ha anunciado medidas específicas para contener esta suba, más allá de programas generales como Precios Justos, que han mostrado resultados limitados en este sector. La importación de carne de Brasil para abaratar costos ha sido una estrategia reciente, pero no hay indicios de un plan similar para el pan, lo que alimenta especulaciones sobre si el país podría recurrir a importar este producto, algo que generaría un debate sobre soberanía alimentaria.
Críticamente, esta suba pone en jaque el acceso a un alimento que históricamente ha sido un pilar de la dieta argentina. Si bien los panaderos intentan resistir subiendo precios lo menos posible, la presión de los costos y la caída en las ventas –que en algunos casos ha llegado al 45% respecto al año anterior– sugieren que el problema podría escalar. La pregunta clave es si el gobierno logrará equilibrar la sostenibilidad del sector con el poder adquisitivo de la gente, o si esta tendencia seguirá erosionando la economía familiar en un contexto de incertidumbre.