Pasajes agotados y vagones semi vacíos: el curioso caso del nuevo tren a San Luis
Llega a Justo Daract después de 29 años. Entusiasmo de vecinos y pasajeros, detalla un informe del diario Clarín. Desde la apertura de la venta de pasajes el servicio aparecía como completo pero esto no se traduce en la ocupación de los vagones.
Coches semi vacíos durante el trayecto que conecta San Luis con Buenos Aires. Foto Emmanuel Fernández
Domingo, 17.42 horas. El tren parte puntual desde San Luis a Retiro. El guarda acomoda su gorra, pide los boletos y, con amabilidad, invita a subir. Los coches lucen impecables de limpios, calefaccionados, con asientos amplios y bien cuidados.
El pitido anuncia que el viaje inaugural es inminente. Arriba, los pocos pasajeros que consiguieron comprar un boleto, a un costo bajísimo: $ 589. Sorprende una imagen: los coches van prácticamente vacíos. Apenas de uno a tres asientos ocupados por vagón.
Con mínima ocupación continuará casi todo el viaje, en el que suben y bajan pasajeros a lo largo de las 18 paradas. Tiene 370 lugares el tren, entre asientos y camarotes. Recién al pasar la ciudad santafesina de Rufino aumenta el cupo, aunque nunca alcanza el 40% de su capacidad en la mayor parte del viaje.
Hay abrazos y besos de despedida. Leandro ayuda con un empujón desde abajo a su novia Gaby para que suba la escalera. Van a visitar a su familia en Villa Gesell. Salieron a la mañana en micro desde la ciudad de San Luis a Justo Daract y les faltan 30 horas hasta su destino final en la Costa Atlántica.
Todo listo para partir. La azafata de Trenes Argentinos controla los pasajes en Justo Daract.. Foto Emmanuel Fernández
En el andén quedan los vecinos del pueblo ferroviario de Justo Daract. Sacan fotos al tren, vitorean al maquinista y saludan a los viajeros. Algunos trajeron a sus hijos y nietos. Lloran de emoción porque verán rodar el tren de pasajeros hacia Buenos Aires, después de 29 años.
“Ocupen sus lugares, colóquense el barbijo y disfruten del viaje”, dice la azafata con voz fuerte y a paso firme entre un coche y otro.
Advertidos de que no hay wifi, solo faltó mencionar la paciencia infinita que el viaje requiere: serán 16 horas sobre rieles, en tramos en los que el tren marcha a 40 kilómetros por hora, 18 estaciones con recambio de pasajeros, para transitar una distancia de 670 kilómetros.
La vuelta del tren de pasajeros a Justo Daract
Justo Daract es una pequeña ciudad de 11 mil habitantes, 133 kilómetros al norte de la capital de San Luis. Fue un gran centro ferroviario y sobrevivió, después de la privatización y cierre del servicio de larga distancia, con los trenes de cargas.
Cabina de la locomotora CNR CKD8G de Trenes Argentinos que hace el trayecto Buenos Aires – San Luis. Foto Emmanuel Fernández
Llueve y el olor a pasto mojado invade la estación. Ni perros se ven por las calles. Es un domingo demasiado tranquilo. El único semáforo del pueblo, titila en soledad.
Mejor caminar por la calle que salpicarse las botas con las baldosas rotas frente a la estación. Dos cuadras más adelante, se oye bulla en el bodegón de Pichín. Hay mesas libres y porciones disponibles de la especialidad de la cocina: ravioles a la bolognesa y milanesa napolitana con papas.
Entre los comensales del restorán del pueblo, están los empleados de Trenes Argentinos. Ocupan tres mesas, una docena de hombres y mujeres, entre personal técnico y servicio. Provienen de ciudades vecinas. Llegaron con el tren del sábado por la mañana y fueron alojados en hoteles para cubrir de ida y vuelta la reactivación de la ruta ferroviaria.
El 10 de marzo de 1993 salió el último tren de pasajeros a Retiro. La fecha quedó marcada como una herida que dejó cicatriz en los vecinos de Justo Daract. “Después vino la muerte, abandono, desempleo y familias que tuvieron que mudarse a la ciudad”, asegura Alicia Ottogalli (68), hija y esposa de empleados ferroviarios.
El saludo antes de la partida del tren de pasajeros después de 29 años en Justo Daract. Foto Emmanuel Fernández
Frente a la puerta del quinto vagón está Ernesto, jubilado del ferrocarril San Martín, que repite como un mantra la poco feliz frase del ex presidente Carlos Menem: “Ramal que para, ramal que cierra”, dicha a fines de 1989 cuando entregó en concesión los ferrocarriles. Un par de años después ordenó la disminución del servicio de pasajeros de larga distancia hasta su cierre.
“Recuperamos la ilusión de viajar en tren. Espero conseguir pasaje para agosto”, dice entusiasmado el Ernesto. El pasaje, con el descuento para jubilados, ronda los $ 300 desde San Luis a Buenos Aires, en micro supera los $ 7.000.