
Una historia de lealtad que conmueve al mundo se vivió este lunes en General Pico, La Pampa, cuando Nick, un perro mestizo de 8 años, recorrió 12 kilómetros en soledad hasta llegar al velatorio de su dueño, Eduardo Ramírez, un hombre de 54 años que falleció tras una larga enfermedad.
La familia, reunida en la sala velatoria, quedó atónita al ver al fiel compañero del difunto entrar, acercarse al cajón y, con un aullido desgarrador, apoyar sus patas en el féretro como si intentara un último abrazo, en un gesto que arrancó lágrimas a los presentes. Nick y Eduardo eran inseparables desde que el perro llegó a la familia como un cachorro rescatado. “Era su sombra, lo seguía a todos lados, desde la chacra hasta el pueblo”, contó María, hermana del fallecido, a medios locales. La noche del domingo, tras el fallecimiento de Eduardo, Nick desapareció de la casa rural donde vivían, en las afueras de General Pico. Nadie imaginó que el perro, movido por un instinto extraordinario, caminaría durante horas hasta la funeraria en el centro de la ciudad. “Cuando lo vimos entrar, con la cabeza gacha y las patas temblando, fue como si supiera exactamente dónde estaba Eduardo”, relató María, aún emocionada.
El momento más conmovedor ocurrió cuando Nick, tras olfatear el cajón, dejó escapar un lamento y apoyó sus patas delanteras sobre el féretro, mirando fijamente a su dueño. Los familiares intentaron apartarlo suavemente, pero el perro se resistió, como si no quisiera dejarlo ir. La escena, captada por un asistente al velatorio, se viralizó rápidamente en redes sociales, donde miles de usuarios destacaron la lealtad del animal. “Es increíble el amor de los perros, Nick nos dio una lección de fidelidad”, escribió un usuario en X.La familia decidió adoptar a Nick de manera definitiva, asegurando que será cuidado como un miembro más. Este caso recuerda historias como la de Greyfriars Bobby en Escocia, un perro que pasó 14 años junto a la tumba de su dueño. La despedida de Nick no solo conmovió a General Pico, sino que se convirtió en un símbolo del vínculo inquebrantable entre humanos y sus mascotas.