
Argentina amaneció bajo el impacto del tercer paro general convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT) desde que Javier Milei asumió la presidencia. La medida, que comenzó a las 00:00 y se extenderá hasta las 23:59, busca visibilizar el descontento de los sindicatos frente a las políticas económicas del gobierno, marcadas por ajustes fiscales y una inflación que no da tregua.
Ayer, 9 de abril, una movilización frente al Congreso Nacional en apoyo a los jubilados dio inicio a esta jornada de protesta, que hoy paraliza gran parte del país.
El paro cuenta con la adhesión de gremios clave como los del transporte, la educación, la salud y la administración pública, afectando servicios esenciales. No hay trenes ni subtes operando en el área metropolitana, mientras que los vuelos enfrentan cancelaciones masivas: Aerolíneas Argentinas ya reprogramó o suspendió 258 operaciones, impactando a unos 20.000 pasajeros. Los bancos cerraron sus puertas, aunque las operaciones digitales siguen activas, y la recolección de residuos está suspendida en muchas ciudades. Sin embargo, un dato curioso es que los colectivos urbanos funcionan con normalidad en varias zonas, ya que la Unión Tranviarios Automotor (UTA) no se sumó a la medida, limitándose a un apoyo simbólico debido a una conciliación obligatoria impuesta por el gobierno.
La CGT, liderada por Héctor Daer, reclama paritarias sin techo, aumentos para jubilados y la reactivación de la obra pública, en un contexto donde el gobierno negocia un nuevo acuerdo con el FMI por 20.000 millones de dólares, anunciado el 9 de abril. Según estimaciones privadas, el costo económico del paro podría superar los 500 millones de dólares, afectando especialmente al comercio y la logística, como el tráfico de granos en los puertos de Rosario. A pesar de ello, la ausencia de la UTA y las divisiones internas en el sindicalismo plantean dudas sobre el alcance real de la protesta.
El gobierno, por su parte, calificó el paro como “político” y sostiene que no alterará su rumbo económico. Mientras tanto, en las calles, la jornada transcurre con una mezcla de adhesión y resignación: “Es un día perdido para muchos, pero también una forma de hacerse escuchar”, comentó un comerciante de Buenos Aires que hoy mantiene su local cerrado. Con este escenario, el tercer paro de la CGT pone a prueba la capacidad de los sindicatos para influir en un país dividido entre el ajuste y la resistencia.
Resumen:
El tercer paro general de la CGT, iniciado el 10 de abril de 2025, paraliza Argentina con la suspensión de trenes, subtes, vuelos y servicios públicos, aunque los colectivos funcionan por la no adhesión de la UTA. Convocado contra las políticas de Milei, reclama mejoras salariales y jubilatorias, en medio de un nuevo acuerdo con el FMI. El impacto económico se estima en más de 500 millones de dólares, mientras las divisiones sindicales y la respuesta del gobierno marcan el pulso de una protesta que combina fuerza y limitaciones.